jueves, 21 de febrero de 2013

Fundar una universidad (3): los estudiantes se lo hacen

Hablaba Jose hace poco de la oportunidad perdida que ha supuesto el proceso de Bolonia para la universidad española. Aunque no voy a insistir en ese tema, sobre el que ya hay tanto dicho, sí quiero ahondar en su simbología para responder por qué Bolonia sigue siendo, diez siglos después, un modelo para la renovación de la universidad.
La Universidad de Bolonia rivaliza con otras instituciones superiores europeas, como París o Salamanca, para ostentar el título de "más antigua" en una lucha absurda. Sin embargo, a los efectos de este blog, lo más interesante es el origen que tuvieron las universidades en Europa Occidental.

En plena Edad Media, la burguesía nacía y crecía al calor de las murallas urbanas y el comercio. Fue precisamente éste el que hizo patente la necesidad de tener una férrea formación en leyes (que pudieran proteger a los comerciantes y sus productos), números (para llevar una contabilidad), una lingua franca (latín, con la que poder comunicarse con otros comerciantes para exportar), astronomía (para poder orientarse en las exploraciones comerciales),  retórica (para poder vender), escritura (para poder almacenar la información recopilada)... En definitiva, las disciplinas que hoy conocemos como Artes Liberales que formaban el tronco de conocimientos de todas las universidades medievales y que aún perviven en el espíritu de los colleges británicos y estadounidenses.
Los vástagos de la burguesía eran conscientes de esa necesidad de conocimientos; cuando coincidían en los lugares de costumbre (los claustros de las catedrales y atrios de las iglesias donde se reunían los concejos de la ciudad) aprovechaban para compartir datos y formarse, aunque a partir de un nivel era evidente que necesitaban expertos. En ese momento, se organizaban para contratarlos y compartir gastos. Como clientes enfocados a conocimientos prácticos, eran los estudiantes quienes pedían determinados contenidos y en determinado tiempo de manera que si el maestro no les convencía, no dudaban en contratar otro.
Muy pronto, estas reuniones se institucionalizaron normalmente vía Iglesia, puesto que era en ellas donde se reunían y controlaba el conocimiento medieval, quedando bajo el control y organización de un obispo (es el caso de los Estudios Generales de París o Salamanca), a veces de un concejo y, con el paso de los años, de un rey (Alcalá). El poder intentaba controlar un nodo de influencia que representaba el gremio de los intelectuales (profesores y maestros) unidos en una "universitas".
Lo que hace muy interesante el caso de Bolonia, y por lo que sirvió de inspiración para la reforma mencionada, fue que el alumno siguió conservando el poder de contratar, decidir los contenidos, los calendarios y demás. Los gremios burgueses pudieron asegurar con el paso de los años el control de la universidad y la independencia intelectual (matizada, hasta casi desaparecer en el siglo XX). Es decir, realmente el alumno era el centro de la universidad porque podía gestionarla: la universidad era suya.
Hoy en día suena utópico pensar que en el mundo occidental los jóvenes decidan organizarse para aprender sobre un tema o disciplina y contratar un maestro que los guíe en el proceso, pero cada vez son más frecuentes las anécdotas que acabarán por cuajar según avance la descomposición y la necesidad no satisfecha de comprender un mundo cada vez más complejo. En cualquier caso, la responsabilidad en el proceso de aprendizaje de los estudiantes de la Bolonia original sigue siendo un modelo cuando pensamos, como en esta serie de post, en reformular la universidad.

1 comentario:

  1. Magnífico post. Las anécdotas empiezan a dejar de serlo. Me acuerdo de Pekka Himanen y de tantas otras personas que, poco a poco, y desde diferentes perspectivas y grados de conocimiento diverso, empezamos a ver el mundo de otra manera. Y qué gran ayuda supone para eso detenerse en la Historia. Al final, más pronto que tarde, podremos decir alto y claro, con ejemplos de realidades cumplidas, que nada hay más hacker que la idea de la Universidad. Saludos.

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