La prensa y los medios de comunicación nacen en los albores de la ola industrial, en condiciones de escasez y alta demanda de información por parte de la burguesía, que la necesitaba para planear sus negocios y configurar sus mercados en torno a las naciones y estados que se estaban configurando.
En la era posmoderna, todas las semanas vemos caer áreas de negocios centradas en la intermediación de la información. En la actualidad, la abundacia de información hace innecesaria la existencia de medios zombis que la busquen, extraigan y procesen para crear piezas formalmente idénticas, solo distinguibles por la interpretación política según el lobby, el cabildo, al que pertenezca el medio. Vivimos en una economía de abundancia informativamente hablando, por eso los medios zombis, sobredimensionados, caen y se encogen: para adaptarse a los costes reales.
La universidad también es un intermediador de información: hasta ahora, básicamente almacenaba y distribuía la información a los alumnos que acudían a ella. Hoy ya no es necesario ni tan siquiera desplazarse físicamente para acceder a la información que la universidad nos proporcionaba y, además, cada día surgen más entornos en los que el acceso a formación de calidad es gratis. El siguiente paso para completar el círculo es que los títulos sean reconocidos por el mercado (al principio, tampoco Internet era un soporte creíble para los medios).
¿Hasta cuándo la obligación del título oficial o un supuesto prestigio podrá sostenerlo?, ¿qué hacer para adaptarse a ello?, ¿somos capaces de ver en el horizonte inmediato el fin de la universidad tal y como la conocemos?...
Para que deje de ser necesario el signalling que venden las universidades, es necesario que las personas empiecen a guiarse «desde dentro», es decir, tengan su propia ruta de construir conocimiento coherente con su entorno y las redes de valor de las que forman parte. Esto está sucediendo en algunos entornos, como el de las empresas tecnológicas de nueva creación, sencillamente porque no queda otra para poder aprender al ritmo adecuado. Pero aun quedan y quedarán muchísimos entornos articulados con la lógica del reconocimiento externo y oficial que, creo, deja bastante margen a las unis para adaptarse. Eso sí, tienen que empezar a hacer cosas nuevas ya.
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