miércoles, 14 de noviembre de 2012

Hacia una sede de la Universidad del Procomún

Si imaginamos una Universidad del Procomún (UP), ¿cómo sería físicamente?, ¿habría una sede o un campus?, ¿sería necesario?...
Si nuestra UP está ligada a lo trasnacional, sería incoherente fijarla a un solar o emparentarla con una región, nación o estado. Desde ese punto de vista, una universidad itinerante —o mejor, trashumante— parece lo más coherente. Pero mover alumnos, maestros y materiales no es  lo más práctico, amén de que dificultaría establecer relaciones estables con la sociedad, la misma en la que se busca influir y favorecer.
Un espacio virtual, no ligado a un espacio físico, parece lo más lógico, pero no conseguiríamos distinguirnos de las cientos de universidades zombis a distancia. Y tampoco podríamos conseguir una relación fluida con los comunes del entorno.
Según lo veo, la UP tendría sedes pequeñas, modestas, baratas y, sobre todo, ad hoc, en los lugares donde fuera necesario fortalecer el procomún; pero también tendría una fuerte presencia virtual, no por ello menos real, que trasmitiera la idea de que sus miembros son ciudadanos de una misma patria digital, sin distinción de ningún tipo. Cuando fuera menester, estos miembros se encontraría en esas sedes presenciales que formarían una red. ¿Qué aspecto tendrían dichas sedes? 
El núcleo sería el de una biblioteca, almacén del conocimiento, y combinaría espacios en los que reunirse o dar clase o en los que poder incubar empresas, con grandes áreas de tranquilidad en las que poder ser creativos o investigar. Habría una cafetería acogedora, terrazas para salir al sol en invierno y patios o jardines para el verano, una residencia anexa donde recibir a gente de fuera de la UP, buenas vistas, bien comunicada para que todo el mundo pudiera acudir sin grandes esfuerzos, pero en un sitio tranquilo. Sería un nodo social para el que se podrían reciclar viejos palacios u oficinas o almacenes en los alrededores de ciudades o en zonas rurales no muy aisladas.
Claro que también existe la opción de situar todo lo dicho en el espacio de nadie: el océano. Un gran barco que atracara siempre en los mismos puertos y levara anclas periódicamente para volver al "no lugar". Una isla móvil del conocimiento en el que los pares se reunieran con maestros y convivieran con el fin de crear herramientas, empresas, libros o proyectos en favor de procomún.

1 comentario:

  1. Por unos 20 millones de dólares de nada nos compramos un crucero. Luego habría que reformarlo...

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