miércoles, 9 de enero de 2013

Fundar una universidad (1): un mecenas provee

Una universidad no es un (buen) negocio. La Universidad Internacional de Bremen, en Alemania, estaba virtualmente en bancarrota en el 2004, apenas cinco años después de su fundación en 1999. Cuando se daba por hecha su desaparición en el 2006, llegó en su axilio Klaus Jacobs, un millonario filántropo que donó más de 200 millones de euros a la institución. A cambio, la universidad cambió su nombre y pasó a ser Jacobs University (algo extraño en la Europa Meridional o Latinoamérica, pero nada inusual en EEUU, piensen por ejemplo en Carnegie Mellon, Colgate, Tufts o Furman en EEUU). Hoy, apenas siete años después, Jacobs University se ha posicionado entre los primeros puestos de las universidades alemanas y, esto es sólo una predicción, a medio plazo estará entre las mejores del mundo.
La receta es sencilla: una alta meritocracia trasnacional ajena, por tanto, al origen social, sexual, económico y demás condiciones de sus estudiantes. Sólo los mejores expedientes pueden ser parte de los 1.245 estudiantes, provenientes de 102 países, de Jacobs University (ojo, ratio profesor-alumno de 1: 4).
Al otro lado del mundo, en Corea del Sur, el también millonario Tae-Joon Park, exprimer ministro y director general de POSCO, fundó la Pohang University of Sciencie and Technology en 1986 siguiendo el modelo del CalTech estadounidense. En la actualidad se la tiene como la mejor universidad politécnica de Asia y está entre las mejores del mundo según la mayoría de los ránking. Por supuesto, las clasificaciones de universidades miden lo que miden y casi nunca dan una visión completa, real y justa, pero son la única herramienta para medirlas.
En los dos casos reseñados, hablamos de universidades ortodoxas que cumplen todos los requisitos legales y estatales bajo el control del gobierno de turno. Obviamente, para que esta vía suceda habría que contar con todos los beneplácitos políticos, lo que hace obligatorio el cabildeo con el estado, región, comunidad y ciudad de turno. Algo cansado, caro e incierto.
En conclusión, ambos casos ejemplifican una de las vías posibles para iniciar una universidad: buscar capital externo que no quiera hacer una inversión por la ausencia de retorno (pueden ser personas, pero también fundaciones o instituciones, como la Iglesia). Hasta ahora, este era una de las opciones posibles (casi la única en la práctica), pero ¿hay otras vías para fundar una universidad?... Permanezcan atentos a sus pantallas.

1 comentario:

  1. Hoy he conocido tu blog y tengo que decirte que está muy interesante,que la lectura se hace muy amena y que tienes un lector nuevo.

    Un saludo y a seguir así.

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